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martes, 15 de octubre de 2013




Veo este planeta desde los momentos de oscuridad.

En el atardecer me encuentro,
en esos colores
que deja el sol cuando ya se marcha
y los pájaros dan los últimos gritos
antes de encontrar escondite.

Estoy cansada,
impaciente esperando, el día entero,
la caída del sol.
Cuando todos os vais y sólo queda
 silencio
quietud
sosiego.

Y la espera durante el día
me irrita,
porque no tengo nada más que hacer
ni nada más que quiera hacer.
Lo que quise ya lo tuve.

Y oigo crepitar la Tierra, siento su velocidad,
quiero parar el tiempo,
como quieta se queda la noche,
quiero sentarme
y no volver a levantarme,
y contemplar las fases de las vidas alrededor,
mientras sigo sin entender a dónde vais.
 
¿Sabéis a dónde vais?
Y ¿porqué?

La Tierra es una bola que gira 
y todos nos volvemos locos
para entenderlo.

Miro atrás y, aunque duela,
me alegro de no haber tenido
o no haber vivido
o sentido
o escuchado
o mirado
o hablado
todo lo que nunca pude tener,
porque ahora me doy cuenta de que no tuvo que ser.

Porque no era lo que buscaba
y porque lo que buscaba era la verdad.
Y eso no existe.

Gira Tierra sobre el Sol, en un lugar en el Universo.
No nos digas porqué estamos aquí,
porque quizá sea mejor no saberlo.

Un café y un cigarro.
La Luna, una estrella, la gravedad,
el silencio
respirar
y esta incertidumbre
sobre si algún día
podré escapar
de esta jaula de humanos
llamada Tierra,
porque ya estoy cansada de oiros y
soportar vuestra confusión,
malestar, mentiras y ambiciones.

Absurdo.
Un gran y gigantesco esfuerzo absurdo.
Estúpido, absurdo y cruel esfuerzo,
que no ha garantizado la felicidad de nada,
sino la destrucción 
de Todo.










 

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